Reconocemos que los sacramentos tienen una realidad visible e invisible, una realidad abierta a todos los sentidos humanos, sino captado en sus profundidades dadas por Dios con los ojos de la fe. Cuando los padres abrazan a sus hijos, por ejemplo, la realidad visible que vemos es el abrazo. La realidad invisible abrazo transmite es el amor. No podemos "ver" el amor del abrazo expresa, aunque a veces podemos ver su efecto enriquecedor en el niño.
La realidad visible que vemos en los sacramentos es su expresión externa, la forma que adopten, y la forma en que se administran y recibidos. La realidad invisible que no podemos "ver" es la gracia de Dios, su iniciativa de gracia en redimirnos a través de la muerte y resurrección de su Hijo. Su iniciativa se llama gracia porque es el don gratuito y amoroso por el que ofrece a las personas una participación en su vida, y nos muestra su favor y voluntad para nuestra salvación. Nuestra respuesta a la gracia de la iniciativa de Dios es en sí misma una gracia o don de Dios por el cual podemos imitar a Cristo en nuestra vida cotidiana.
Las palabras de ahorro y los hechos de Jesucristo son la base de lo que iba a comunicarse en los sacramentos a través de los ministros de la Iglesia. A través de los sacramentos, Dios comparte su santidad con nosotros para que, a su vez, podemos hacer el mundo más santo. Guiados por el Espíritu Santo, la Iglesia reconoce la existencia de siete sacramentos instituidos por el Señor.
Los Sacramentos de Iniciación
1212 Mediante los sacramentos de al iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. “La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con mas abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad”. (Catecismo de la Iglesia Católica)